Arquitecto no es el que impone una forma, sino el que la propone, formas de las que la gente se enamora,formas con las que sin darse cuenta agrada y embellece tanto el espacio como las caras.
Arquitecto no es el que impone sus conocimientos, sino el que, con trabajo y sencillez, entra sin quererlo en forma de obras dentro de la cabeza los hermanos de su gremio, gremio de enamorados, de gente cuyo ojo va más allá, cuyos sentidos de superhéroe no envidian a ningún otro, una forma de apreciar hasta el más mínimo detalle del mundo que les rodea.
Nose si me explico, porque hablar en exceso de esto puede ser bueno para aferrar las creencias en mí, pero señores, si no lo habéis descubierto aún, mis palabras no son más que párrafos. Pero confio ciegamente en vosotros, porque el que ha elegido esto creedme que acaba conociendo este sentimiento.
Y los que no lo conocen no os preocupeis, que se darán cuenta. Cuando a una persona se le habla en chino (si es que aún no conoce este idioma) llega un momento en que lo aprende (si le llama la atención y pone empeño). Si por el contrario le sigue sonando a chino (valga la redundancia) se dará cuenta que los idiomas que conoce son suficientes para él y no necesita más (si es que éste no se ha dado cuenta ya, porque poquito tiempo se tarda en cansarse del chino).
Y siguiendo con el ejemplo del chino: ¿acaso no será más fácil que una persona aprenda un nuevo idioma hablándole lo justo y dejándole practicar?.
Comparaciones a parte. En este mundo tan bonito, hay dos formas de mostrarse a los demás: compartiendo el común receptivamente y dispuesto o sin paciencia y con apego. ¿Está claro cual es la que da la ventaja?. Muchos nuevos empiezan todos los días el complicadísimo camino, y de todo se encuentra uno: oidos sordos y adelante.
El conocimiento adquirido es tan necesario como el orden de las ideas, escucha y habla, habla y escucha, no tengas el error de practicar una sin la otra, o de no aceptar errores, porque el siguiente proyecto puede aportarte mucho, o menos (que nunca nada).
Contad con nosotros para imaginar lo inimaginable, para hacerlo realidad y para hacer feo lo que era bonito en la imaginación, pero no dudeis de nuestra capacidad de inventar y crear o de nuestra desarrollada cabeza que resta cerebro de otros lados (no tan necesarios al parecer) para dotarnos, entre otros, de una personalidad extravagante.
Maldita caida en la obsesión que no te deja dormir (a veces queriendo y otras sin querer).
Juguemos pues a la arquitectura: sin pausas, pero sin prisas.
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